10 ideas antes de crear una empresa (y un poco de autoestima)

Representación del proceso de creación de una empresa a través de una rueda de alfarero
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Representación del proceso de creación de una empresa a través de una rueda de alfarero

Fuente: Pixabay

1. Ten una idea. Puede que se trate de un producto que siempre has querido hacer (dime que no has querido fabricar tu propia cerveza y dársela a tus amigos o que nunca te has planteado desarrollar la fragancia de las fragancias” o de un servicio que consideras necesario en tu entorno. Da igual, la cuestión es que pienses algo que se necesita y que nadie como tú puede ofrecer. No hay excusas, todo el mundo ha tenido un momento en el que dice: “¡caramba! Eso es una buena idea”. Bueno, pues la clave es no dejarla pasar y perseguirla. Hay que crear una empresa.

2. Reúne a un equipo. No, no te escandalices. No hay que contratar a nadie antes de empezar. Muchas veces, entre tus amigos, hay verdaderos asesores que pueden darte pistas. Se trata de hacer una “versión beta” de tu idea, de recibir sugerencias, consejos, que marcarán el proyecto futuro. Sólo porque hayas visto crecer a una persona y sólo hables de fútbol con él o ella, no significa que no tenga una vida profesional. En tu agenda del móvil o en tu perfil de Facebook tienes cientos de amigos que estarán encantados de tomarse un café contigo y ayudarte a definir esa primera idea.

3. Prepara tu plan de negocio. Es un paso fundamental en el que no pocas veces se necesita asesoramiento profesional especializado en crear una empresa. Es habitual que aunque se tenga una idea muy clara de lo que se quiere conseguir, haga falta un pensamiento estratégico desarrolle otras muchas variables que han podido no ser tomadas en cuenta por el emprendedor (y sus amigos).

Explicado en líneas extremadamente generales, se debe definir el modelo de negocio, los productos y servicios, subrayar los objetivos y detallar los procedimientos. Además, hay que analizar a la competencia. Asimismo, hay que destacar la perspectiva de marketing a fin de tener claro cómo hacer que los demás conozcan tu producto o servicio y lo que estás ofreciendo.

Esta fase es indispensable. Sobre todo, si se quiere obtener financiación externa y por las vías tradicionales (los familiares y amigos pueden ser más benévolos, aunque no deberían).

4. Da personalidad a tu empresa. En muchas ocasiones, esta fase se considera sin importancia o baladí. Sin embargo, en una sociedad globalizada donde productos y servicios compiten con idénticas características y cualidades, definir el quiénes somos y plasmarlo en un logotipo, tarjeta de visita y una identidad visual coherente puede ser un método atractivo para mantenerse en la línea que ha marcado el plan de negocio.

El día a día puede llevar a muchas organizaciones a perder el rumbo y estar sujetas a los vaivenes del momento. Un logotipo, una breve identidad que señale brevemente hacia dónde vas y que representas, puede ser la clave para mantener el ancla. Es cierto que se necesitan profesionales en estas lides. No obstante, estamos hablando de una primera fase con escases de recursos.

5. Prepara material ejecutivo. En otras palabras, tienes un nombre, unos colores y un plan de negocio. Es el momento de preparar un pequeño documento ágil y atractivo que explique lo que quieres hacer. La idea es conseguir que tus públicos se sientan atraídos por la idea, que poco a poco vayas gestionando tu propia reputación.

En definitiva, tienes que desarrollar un modelo ejecutivo de tu plan de negocio que incluya la forma en que concibe el mundo tu empresa y cuál es su ventaja diferencial. Este documento te tiene que servir para arrastras a las masas. Con él debes abordar a tu banco, a los posibles financiadores, a tus futuros clientes, proveedores…

Si tu idea es buena y la sabes transmitir, tendrás un mayor poder negociación con tus grupos de interés (asesores, contables, productores, inversores…). Está demostrado que cuando se sabe cumplir con las expectativas de los públicos se construyen creencias compartidas y mucha gente favorece el desarrollo de tu empresa y tu proyecto.

6. Requisitos legales. ¡Ay amigo! Al final, nadie nos libra de las garras burocráticas. Es necesario constituirse bajo figura legal para crear una empresa. De lo contrario, el Fisco dejaría de tener sentido. En este caso, según tu modelo de negocio, necesitarás comprender qué se adecua mejor a tus necesidades: sociedad limitada, sociedad unipersonal, autónomo… Una de las primeras reglas es saber que al igual que existen personas físicas, existen personas jurídicas. En esta fase, toca plantearse qué perfil va a adquirir tu empresa.

Además, necesitarás obtener los diferentes certificados que aseguren tu permanente estado en la legalidad. Seguridad social para empleados, el CIF, formularios, altas en el RETA, cotización por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales y un largo etcétera.

7. Consigue un asesor empresarial y un contable. Llegados a este punto es posible que la cantidad de trabajo se acumule y la ilusión inicial, que era aportar a la sociedad un producto o servicio encaminado a hacer de este mundo un lugar mejor (y con una persona un poco más enriquecida), se diluya. Por eso, es importante saber delegar y hacer que cada profesional pueda ayudarte en tu labor. Así, un asesor, un consultor empresarial, podrá hacerte la vida más fácil respecto al seguimiento del plan de negocio. Asimismo, los ingresos y los gastos deben ser controlados por alguien especializado. En este caso, ¡uno de esos seres que reciben el nombre de contables!

8. Gestión económica. Un aspecto muy subrayable es que hay que separar la economía personal de la economía de la empresa. Por lo tanto, tras los primeros pasos que se han explicado en esta entrada, toca ir al banco y abrir una cuenta vinculada a la organización. Algunos bancos requieren información técnica derivada de las primeras fases. De hecho, el CIF te lo van a preguntar seguro. Por lo tanto, antes de pasarte por la oficina, contacta con ellos para conocer los requisitos.

Dentro de esta etapa conviene que le digas a tu asesor empresarial que planifique y te explique los documentos básicos, tales como recibos, facturas y otro tipo de materiales con los que vas a trabajar asiduamente. Su trabajo es hacerte entender cómo gestionar convenientemente este tipo de aspectos, pídelo. En resumidas cuentas, le están pagando para ello.

No hay que olvidas que deberías investigar continuamente sobre vías de financiación, oportunidades para la obtención de capital (hay muchas más ayudas de las que crees) e implementar, si es posible, una línea de crédito con tu banco. En numerosas ocasiones y dependiendo del negocio, necesitarás realizar pagos antes de obtener ingresos y, por lo tanto, no es de extrañar que necesites que el banco sea capaz de financiarte estas transacciones como paso previo a la obtención del beneficio.

9. Listo para trabajar. Ahora toca demostrar que todo este proceso no era más que un medio para conseguir tu sueño. Aunque gran parte de estas gestiones te acompañarán el resto de tu vida empresarial, lo cierto es que lo principal es observar cómo se desarrollan tus objetivos. La gratificación personal y económica merece la pena.

10. Innovación. Parece que este concepto está vinculado a laboratorios en climas helados y bajo tierra. No es así. Da igual cuál sea tu sector. Nunca dejes de innovar. Se puede tratar de pequeños cambios, creatividades que surgen de la nada. Pero la innovación es la clave de tu éxito. Nadie puede quedarse estancado. Por lo tanto, por muy bien que vaya tu negocio, no dejes de pensar que en cualquier momento te puedes quedar obsoleto y que en la creatividad reside la sostenibilidad.

¿Quieres saber más? ¿Necesitas nuestra ayuda? No dudes en escribirnos o llamarnos. En Iberislex somos especialistas en la consultoría empresarial. Podemos ayudarte a comprender las mejores maneras de constituir una sociedad o emprender un plan de negocio.

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